Hasta enfermedades casi letales, los duros momentos que superaron los tres sanjuaninos que se colgaron el bronce

La última complicación la planteó el rival. Argentina ganaba 12-9 en el quinto set ante Brasil, por el partido que definía la medalla de bronce en el voley masculino de los Juegos Olímpicos Tokio 2020, y los de la verdeamarilla igualaban en 12. Los alibicelestes soportaron esa última embestida y con un punto de bloqueo, inclinó definitivamente la balanza a su favor, para ganar por 15-13 y desatar toda la locura contenida en el Ariake Arena, el estadio de la capital nipona con capacidad para 15.000 personas cómodamente sentadas, pero casi vacío por las consecuencias de la pandemia.

Como todos los deportistas que vivían la ceremonia de premiación, los argentinos encontraban una gran recompensa ante tanto sacrificio personal que debieron realizar para acudir a la cita olímpica. Por ejemplo, salieron del país el 25 de mayo y recién podrán regresar en el transcurso de esta semana.

Pero también hubo otros momentos más que difíciles que debieron superar. Incluso mucho antes que el coronavirus envolviera al planeta en un par de meses en 2020. Y los 3 sanjuaninos son una clara muestra.

Por ejemplo, Bruno Lima, máximo anotador del seleccionado en el torneo, padeció un virus en 2014 que postergó su debut absoluto en la selección mayo, que se presentó en el comienzo del ciclo olímpico anterior, los Sudamericanos de Santiago 2014. Pero la situación empeoró al punto que ni hubo tiempo para lamentar no aprovechar la oportunidad de vestir la celeste y blanca absoluta. Su salud empeoró al punto que estuvo en riesgo su vida. «Fue una cuestión de horas y es el momento más difícil de mi vida. Después de pasar por aquella situación, veo las cosas de otra manera y creo que eso me hizo estar ahora acá», repasó en la entrevista para LED después del encuentro. Por eso, no le da gran magnitud al hecho que este año haya transcurrido hace un poco más de dos meses el coronavirus, aunque alteró sus planes de preparación para Tokio.

Su amigo desde los 6 años, Matías Sánchez, sí debutó en Santiago y en aquel torneo, como tantas veces, demostró un talento extraordinario para convencer al cuerpo técnico primero que lo consideraran en el plantel y luego para ganarse la titularidad, a pesar que su estatura (1,77 metros) no sea conveniente para este deporte. Así lo reconoció por ejemplo a LED el entrenador Horacio Di Leo, luego que Argentina ganara el oro en los Panamericanos Lima 2019 y Mati fuera elegido como el mejor armador: Afirmó que dudaba al principio del proceso si Matías podría estar a la altura del nivel internacional y dijo que no sólo lo demostró el jugador sino que todavía le podrá dar mucho más a la albiceleste.

Su inclusión en el plantel que viajó a Tokio sorprendió a más de uno, pero no fue porque Mendez no tuviera otras opciones. La convicción del rol en la cancha la tuvo desde siempre. «Cuando era chico, muchos entrenadores me sugerían que probara de líbero», recordó hace un tiempo. Hoy, es el único sanjuanino con medalla de todas las estaciones del ciclo olímpico.

Finalmente, Federico Pereyra supo superar momentos muy importantes de frustración deportiva. Su carrera ascendente como opuesto lo llevó a integrar el seleccionado que participó en los Juegos Londres 2012, pero el cuerpo técnico que asumió después, no lo tuvo en cuenta para los Panamericanos Toronto 2015. Para tratar de entrar al plantel que iba a disputar los Juegos en río 2016, el ‘Sangui’ decidió cambiar su rol de opuesto por el de receptor punta y la apuesta no le salió bien. No sólo que no estuvo en aquellos Juegos, sino que ni pudo terminar la temporada en su regreso a Obras. Mucho antes que Simon Biles, Pereyra señaló los mismos problemas en aquella ocasión.

Ninguno de los tres bajó los brazos. Cada uno recorriendo su camino mostró el poder de la resiliencia que posee. Y en Tokio se convirtieron en protagonistas de un conquista histórica para el voleibol argentino, alcanzando su segunda medalla olímpica. Los tres volverán a San Juan, con la prioridad de celebrar con su familia, la que los supo contener en situaciones tan complicadas.

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