Durante su discurso inaugural, el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, envió un mensaje de paz con la esperanza de que los atletas sean un símbolo para poder comenzar a vivir en un mundo sin violencia.
Siguiendo la misma línea, la judoca brasileña Rafaela Silva le dedicó su medalla de oro a quienes alguna vez la discriminaron por su color de piel: «Esta medalla es para todos los que dijeron que tenía que estar en una jaula».
La frase se fue reproducida duramente en los medios locales, ya que la deportista volvió a poner sobre la mesa el problema de la violencia racial que existe en el país organizador de los primeros Juegos en Sudamérica.
«Si eres negra, ya eres mal vista en la calle. Si pasas por la calle, la persona ya aparta su cartera lejos de ti porque piensa que le vas a robar», expresó entre lágrimas Silva, quien en 2012 fue víctima de miles de ataques a través de las redes sociales por haber sido descalificada por un golpe ilegal en los Juegos de Londres.
En aquella ocasión, la actual campeona olímpica de la categoría de 57 kilos dudó en dejar el deporte y estuvo tres meses sin entrenarse: «No fue la derrota lo que la afectó. Fue el racismo. Fueron los comentarios racistas que la gente colgó lo que la hirió».
Ahora, Silva cumplió su máximo sueño y se consagró como la mejor judoca de los Juegos (en su peso): «El mono salió de la jaula en Londres y fue campeón en Río de Janeiro».