Cuando sólo era una nena, la rompía jugando al fútbol en la calle con vecinos y amigos. Siempre se prendía en el picadito, no había espacio para una negativa cuando la pelota empezaba a rodar. A medida que fue creciendo, Milagros Molina se dio cuenta que ya no se conformaba con salir un rato a ‘despuntar el vicio’ sino que quería ir más allá. Un día Las Lobas se cruzó en su camino y ya nada fue igual. Mili, como le dicen quienes la conocen, tiene 21 años y juega…
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