En 1999, gracias a unos amigos, su vida cambió para siempre. Lo invitaron a practicar karate y sin saber muy bien de qué se trataba, aceptó. Y se enamoró. «Siempre fue un sueño llegar a ser un cinturón negro e instructor. Cuando iba a clases sabía quedarme a ver las clases de danés y era increíble la sensación, la emoción que se sentía cuando los veía practicar junto a nuestro sensei y soñaba un día estar ahí junto a ellos y poder enseñar trasmitir este deporte tan hermoso», dijo Cristian…
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