Que la situación económica en Argentina golpea con fuerza a casi todos los sectores de la sociedad, no es novedad. Sin embargo, hay algunos especialmente afectados. La gran mayoría de los futbolistas de la provincia juegan por amor a la pelota, sin un peso a cambio. Por lo que deben rebuscárselas para levar el pan a casa. Alexander Barrionuevo es sólo uno de los tantos ejemplos de esto, de la lucha diaria por subsistir sin abandonar sus sueños.
El chico tiene 19 años y es delantero de la Villa Obrera. «Empecé a jugar cuando tenía 5 años en una escuelita que se llama Los Diablitos», contó en diálogo con La Excusa Deportiva. Luego, a los 13, llegó a la Cuarta División del conjunto de la Boutique de Chimbas y a los 16 llegó el momento de cumplir el gran anhelo: debutar en Primera.
Al momento de definirse como jugador, Barrionevo no duda: «si tengo que jugármela solo, empiezo a encarar y si tengo que darla, la paso. Si estoy más o menos lejos del arco le pego un bombazo… Es cuestión de pensar en el momento, de tener la pelota y pensar rápido. Por ahí hago unas piruetas y no la doy nunca por pérdida», añadió.
Con respecto al mejor momento que le regaló el fútbol, el delantero sostuvo que fue a principios de este año llegando a la final con sus compañeros, todos pibes del club. Y el peor, sin dudas, estos últimos meses. De todas maneras destacó que pese a la juventud «todos le pusieron el pecho a la situación». «Tratamos de dar lo mejor siempre», agregó.
Alexander ama a Villa Obrera con locura. Es todo en su vida, pero llegado el momento no dudaría en emigrar a otro club. ¿Por qué? «Para ayudar a mi mamá a salir de ahí», se sinceró.