No lo podía creer, la emoción era muy fuerte, su máximo ídolo estaba al otro lado del celular. Como un sueño, pero real. Es que si bien ya lo conocía personalmente e incluso lo había visto atajar, desde que emigró a México perdió todo contacto. Hasta anoche, cuando Leandro Núñez pudo intercambiar palabras con su ídolo máximo, Cristian Campestrini.Es que luego de que La
Excusa Deportiva diera a conocer el fanatismo que lo llevó a tatuarse la firma del ex Arsenal y hasta nombrar a su hijo Cristian en su honor, la historia llegó a oídos del guardametas campeón con el conjunto de Sarandí, quien no dudó en solicitar su número telefónico para llamarlo.
Campestrini lo llamó una vez, lo llamó dos y hasta tres. Pero Leandro recién salía de entrenar con López Peláez y la señal en la zona era muy mala. Hasta que llegó a su casa y, videollamada mediante, pudieron conversar.
«Iba en el auto y cuando pasé Balcarce y Libertador me empezaron a caer las llamadas perdidas. Ya en casa me llamó otra vez, me preguntó cómo estaba, cómo me estaba yendo en el club. Me preguntó por mi familia, por mi hijo. Me contó cuando su representante lo estafó y cuando se quedó sin club por culpa de Maradona. Hablamos muchas cosas, me preguntó mi signo porque la mujer quería saber. Nos reímos mucho, me emocioné, se me cayeron las lágrimas», contó Leandro.
Ayer, Núñez había hablado sobre su fanatismo por el arquero que actualmente ataja en el ascenso de Chile. «Lo seguía siempre en Central, Arsenal, Argentino de Rosario. Un día vino Arsenal a jugar con San Martín y fui al hotel. Evadí la seguridad y me metí. Lo vi y le conté que era fanático. Estuvimos hablando, nos sacamos una foto. Es muy humilde y buena persona. Me preguntó si iba a la cancha pero ese día no podía porque era viernes y trabajaba en un local del centro. Me dijo que la próxima vez que viniera tenía que ir a la cancha», contó.
En 2013, Campestrini le envió entradas para que Leandro pudiera ir a la final de la Copa Argentina en Catamarca. «Mi patrón no
me dejó ir, no me dio permiso», sostuvo. «Después se fue a jugar a Grecia y a México, y perdimos contacto», agregó.
El fanatismo es tan grande que una de las veces que pudo verlo le pidió que le firmara la pierna. De inmediato, fue a tatuarse el autógrafo. «Ese fue mi primer tatuaje, es el que más quiero porque es mi ídolo. Además, mi hijo se llama Cristian por él», dijo.
Finalizada la charla, el propio Campestrini compartió una historia en su cuenta de Instagram. «Gracias por el cariño y por presentarme a tu familia. A seguir luchando por ese sueño», escribió.