La historia de Kevin Silva, defensor de Sarmiento, conmueve hasta las lágrimas. Estremece, hiela la sangre. «Sueño con levantar la Copa de Campeones en alto junto a mi hijo porque con él viví un momento muy feo, que no se lo deseo a nadie. Hace un tiempo, se cayó a un canal y anduvo debajo del agua 100 metros hasta que lo saqué. Le empecé a hacer respiración boca a boca hasta llegar al hospital de Media Agua que me quedaba tan retirado que el trayecto se me hizo eterno, con mi hijo en mis brazo sin reaccionar», recordó el defensor en diálogo con La Excusa Deportiva.
«Cuando llegamos a Media Agua, logré hacerlo respirar. En el hospital me dijeron que no tenía temperatura ni pulso y que eran muy pocas las probabilidades de que lograra sobrevivir. Pero ahí me quedé a su lado hasta verlo abrir los ojos. En un momento pensé dejar el fútbol si él se me llegaba a ir. Gracias a Dios lo tengo vivo. Y sigo jugando por mi hijo haciendo lo que nos gusta a los dos», señaló. Actualmente el pequeño Gael tiene casi 5 años y lo ocurrido es sólo un mal recuerdo.
Kevin tiene 24 años y es fanático de Hugo Ibarra. Y si bien está disputando el certamen con Sarmiento, su pase pertenece al Cultural Luján, club de sus amores. Siempre tengo el objetivo de salir campeón y poder jugar una Copa de Campeones con Luján y quedar en el recuerdo de un club humilde que futbolistas que juegan por amor a la camiseta y están en el laburo rural. Van del trabajo al entrenamiento y del entrenamiento a la casa», añadió.
Al momento de contar sobre sus inicios en el fútbol, dijo que su pasión por el deporte arrancó cuando era muy chico. «Yo seguía mucho a mi hermano mayor que era arquero en el club Huarpes. Iba a todos los partido y ahí empecé a jugar en séptima división. Fui subiendo y a los 15 años debuté en Primera. Fue muy lindo porque fue toda mi familia, además obtuvimos un gran triunfo. Recuerdo que tenía muchos nervios y a la vez muchas ganas de jugar. Fui titular, el técnico era Ramón Sánchez y el rival, Punta del Médano», sostuvo.
Silva trabaja actualmente en una finca, en la cosecha de uva. «Lo hago para poder mantener mi humilde casa y mi familia. Vivo con mi hijo y la mamá del nene. Tengo a mis viejos, somos una familia grande de 9 hermanos, uno falleció», contó.