Aquellas dolorosas despedidas en la terminal sanjuanina y viajes de casi 1.400 kilómetros en colectivo para llegar a Buenos Aires. Cumpleaños a la distancia, goles en soledad y victorias celebradas a través de un celular. Pequeños sinsabores que deben atravesar o sortear aquellos que sueñan con correr -en grande- detrás de una pelota. Una historia repetida y que encaja perfectamente con Agustín Ladstatter, un futbolista chimbero que hoy disfruta de un poco de recompensa a tanto esfuerzo y sacrificio.
Agustín es uno de los 30 futbolistas sanjuaninos que está instalado en la capital del fútbol argentino, persiguiendo un sueño. Integra la Séptima División del Club Altético San Lorenzo de Almagro, donde es titular y muchas veces figura. Pero además, con 16 años recién cumplidos integra la agencia DODICI, propiedad del famoso representante de futbolistas Marcelo Simonian. «Ellos me vieron en San Lorenzo y el club, además, me los recomendó. Estoy en una empresa muy buena, con gente buena que trabaja muy bien. Estar aquí me genera mucha emoción y orgullo. Me levanto todas las mañanas agradeciendo a Dios por permitirme vivir esto, por poder estar en este lugar», confiesa el sanjuanino.
La agencia que representa al futbolista tiene como máximas estrellas a Javier Pastore, jugador de la Roma, y Gonzalo «Pity» Martínez, protagonista de la Copa Libertadores que River le ganó a Boca y hoy con presente en el Al-Nassr. Pero además DODICI, supo antes defender los intereses de Nicolás Otamendi, Ever Banega, Jesús Dátolo y Ricky Álvarez. Hace unos años atrás, la empresa de Simonian se posicionaba 18° en un selecto grupo que lideraba Gestifute, la firma portuguesa que hasta el día de hoy representa a Cristiano Ronaldo.
«Estoy viviendo en la casa donde Pastore y el Pity estuvieron antes. Acá en la casa se habla mucho de ellos y de otros jugadores que llegaron lejos. Saber que estoy donde estuvieron ellos me motiva muchísimo. Es un incentivo muy grande, tengo todas las comodidades para llegar y solo queda en mí, que me esfuerce día a día. Un poco de suerte también se necesita, pero persistir es la clave», dice el joven futbolista.
Antes de instalarse en la casa que tiene la empresa en Villa Urquiza, Agustín vivía en la pensión de San Lorenzo. Allí llegó después de jugar varios años en River, club que no le ofrecía alojamiento, motivo por el que decidió marcharse al Ciclón. De hecho, el futbolista cuenta que para estar en el «Millo» debía hacer un doble esfuerzo. Al no tener un lugar fijo donde vivir en Núñez, estaba obligado a pegar la vuelta a San Juan casi todos los meses.
«Desde los 11 años vengo viajando a Buenos Aires, pero recién a los 15 años me instalé. Fue difícil adaptarme, dejar San Juan, mi familia y mis amigos. Fue complejo dejar todo lo que tenía por alcanzar un sueño. Para mis viejos también fue difícil dejarme ir, porque era muy chico. Hasta el día de hoy cada despedida se hace complicada. Pero ellos saben que el fútbol me hace feliz y que estoy bien. Gracias a Dios estoy cómodo ahora, con un buen presente en el club y eso me ayuda mucho», cuenta.
«Fue duro dejar San Juan por el fútbol, pero estar en uno de los clubes más grandes del país es un privilegio. Y me lo repiten a diario, son millones de chicos los que quisieran tener esta oportunidad. Yo la tengo que aprovechar».
Ladstatter creció en el barrio Los Tamarindos, pero los últimos años en San Juan vivió en la Villa San Patricio, en la casa de su abuelo. Creció jugando al fútbol con los chicos del barrio, entrenando en alguna plaza de Chimbas y admirando a Messi, a quien sueña conocer algún día. «Tuve una infancia muy linda. Mis viejos se separaron cuando yo era chico, pero eso nunca me trajo problemas. Siempre tuvieron buena relación y me acompañaron en todo. Mi viejo hoy está desocupado, por eso mi sueño es poder darle todo, ayudarlos. Quiero llegar a Primera y devolverle todo lo que me dieron», confiesa.
Sus padres fueron los primeros en apoyarlo en su afición por el fútbol. Lo mandaron a la escuelita de Estudiantil, luego a la Academia Tigres San Juan y más tarde a Colón, donde enamoró a los cazatalentos de River. En esa transición también fue importante el sanjuanino Alberto Arrieta, quien acompaña a la mayoría de sanjuaninos que quieren probar suerte en Buenos Aires. «Gracias a él pude llegar a River, probar y mostrarme. Tuve la suerte de jugar tres años ahí. Él también me llevó a San Lorenzo», agrega el juvenil.
Hoy Agustín recuerda con nostalgia aquellos viajes en colectivo y sacrificios que tuvo que hacer para llegar a donde esta hoy: una de las inferiores más importantes del fútbol argentino. «Tengo tres momentos favoritos en el fútbol. El primero es cuando firmé en River y estaba mi papá presente. Eso no me lo voy a olvidar nunca. Después cuando llegué a San Lorenzo, donde hoy me está yendo muy bien, me están saliendo las cosas. Y el día que me sumé a la empresa de representantes. Son momentos que quedan en la memoria», cierra el volante zurdo.
Fuente: Tiempo de San Juan.