«Canelito» Tejada, el campeón que antes tuvo que esquivar los golpes de la vida

El boxeo ofrece constantemente historias de superación y sacrificio. Es un universo grande y también desconocido, que muchas veces puede salvar vidas. “Podría haber terminado en un cajón o en cana en el lugar que estaba. El boxeo cambió mi vida, también venir a San Juan, y mi mamá sobre todo”, dice Andrés Tejada, el boxeador al que comparan con “Canelo” Álvarez y este fin de semana regaló a los televidentes de TyC Sports un brutal KO con el que se apoderó del título vacante Fedebol superligero AMB.

El ring se convirtió en su refugio y contención cuando transitaba su adolescencia. Si bien empezó a boxear de chico, con apenas 10 años en el polideportivo del barrio La Gloria, en la localidad mendocina de Godoy Cruz, recién se lo tomó enserio cuando aterrizó en San Juan. Hasta antes de llegar a la casa de unos parientes, en el departamento Angaco, su vida prácticamente era un caos: estaba en la calle, robaba y tenía problema con las drogas.

“Vivimos un tiempo en Mendoza. Allá empecé a entrenar de intruso, un compañero de la escuela me invitó. Los primeros días terminé lleno de sangre, me hacían re cargar. Pero me empezaron a gustar las cosas que no se deben y todo se esfumó. Fumaba, robaba y me sentaba en la esquina a tomar. Andaba en la calle”, cuenta el púgil en una entrevista a fondo con Tiempo de San Juan.

Tejada nació en Chubut, pero recorrió varias provincias hasta llegar a Angaco. Su mamá estaba sola y hacía todo tipo de changas, desde juntar cartones hasta botellas, para poder criarlo. Muchas veces la acompañaba. “Mi vieja trabajaba casi las 24 horas del día. Los fines de semana vendíamos todo y comíamos. Antes me daba vergüenza, pero ahora digo `mierda, lo que hace un padre para darle de comer a un hijo´”, dice.

Fue su madre justamente quien un día, después de ser denunciado en la policía, fue a la terminal mendocina y sacó los pasajes para mandarlo a San Juan. Tejada era un pibe, pero era consciente del infierno que atravesaba y sabía que en su barrio no tenía futuro, y aceptó. Armó el bolso y viajó a la casa de una familia sanjuanina que le brindó un techo, un plato de comida y lo empujó hacia la buena vida. “Mi vieja se enojó y me mandó para estos lados. Acá empecé a trabajar cortando el pasto y en la cosecha. Hacía todo trabajo rural. También me inicié en el fútbol en un club de Angaco, que fue gracias a esto que terminé en el Mocoroa”, cuenta.

Una pelea que protagonizó durante un partido de la liguilla angaquera dejó deslumbrado a un espectador. Un hombre que se le acercó y no dudó en invitarlo a las instalaciones del club de calle Mendoza. “Un lunes cayó a mi casa y me dice `vamos a entrenar`, y fui con él. Caí al club con un bolso, sin guantes ni zapatillas. Sí tenía un par de vendas. Ahí empezó todo, poco a poco pude salir adelante”.

El boxeo le dio una nueva oportunidad, así lo siente. En San Juan se puso en pareja con Estrella y tuvo dos hijos, Luana y Tiziano. Sus noches en la esquina del barrio se trasformaron en caminatas y guanteos con los muchachos del Mocoroa, con la familia Fernández y Juan de Dios Acosta. Sus fines de semana pasaron a ser de gloria, entre combates y momentos en familia.

“Conocí muchos lugares y personas gracias al boxeo. No estoy bien ni tampoco mal económicamente gracias a esta disciplina, porque mediante este deporte pude conocer a un señor que me brindó un trabajo estable (es operario de una empresa privada). Mi vieja ahora está tranquila y contenta por la vida que llevo”, confiesa. Y cierra: “Quiero seguir peleando, quiero seguir dándole para adelante”.

Un KO inolvidable

El potente derechazo de Andrés en el tercer round frente a Jorge “Picante” Bermúdez recorrió el país y dejó maravillados a los fanáticos del box. Un golpe que se transformó en una revancha perfecta. “Era una pelea decisiva para mí. Si ganaba seguía, si perdía colgaba los guantes”, dice Andrés, recordando la derrota de noviembre pasado en Luis Guillón, provincia de Buenos Aires.

Ahora, con el título Fedebol superligero AMB en sus manos, quiere seguir superándose a sí mismo. Además el triunfo del fin de semana le permitió mejorar su récord a nueve triunfos (cuatro por KO). “Para una chance mundialista falta bastante, pero sería un sueño”, confiesa “Canelito”, el sanjuanino por adopción.

Fuente: Tiempo de San Juan

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