Tiene 20 años pero en Huazihul todos lo conocen como Brunito. Es que nació en el club, se formó allí y mamó desde muy chico la pasión por el rugby. Viendo a su padre jugar, fue forjando el deseo de parecerse a él. Observó sus movimientos, su esfuerzo, sus ganas. Lo acompañó a las prácticas, no se perdió los partidos. Y así fue como el amor por la ovalada caló hondo en sus venas y se transmitió de una generación a otra. De padre a hijo.
Bruno Guajardo es crack. Juega desde el año pasado en la primera del club, de medio scrum. Empezó en la escuelita cuando tenía poco más de dos años. Recién aprendía a caminar y ya sabía lo que quería. Y si bien al principio no era más que un juego, una actividad para acompañar a papá, con el paso del tiempo se fue convirtiendo en un modo de vida.
«En esa época éramos varios nenes chiquitos y jugábamos con lo que sea. Si no teníamos pelota, lo hacíamos con una botella. Tres contra tres, dos contra dos. Los chicos de la primera nos metían en los bolsos, nos tiraban para arriba», recuerda Bruno con alegría en diálogo con La Excusa Deportiva.
«El Huazi en mi vida es todo, los amigos, la familia, la gente que hay… es increíble todo el apoyo que te dan. Pero más que nada disfruto jugar y que esté la familia afuera de la cancha y que estén orgullosos del partido que juego. Mi viejo es el principal culpable de todo esa locura y mi mamá es mi fan número 1«, agrega con el pecho inflado.
«Nos llevamos muchos años pero me gustaría haber jugado con él»
Bruno, sobre su papá Juan Manuel
Vivir en pandemia
Con un 2020 año complicadísimo por la pandemia, Bruno contó que al principio tenía muchas ganas de entrenar, pero al ver que pasaban los meses y no había novedades de retomar los entrenamientos con el equipo, el ánimo fue decayendo. De todas formas no bajó los brazos y siguió con las práctica de manera individual. «Antes de que empezara todo esto, yo vivía en el club. Tenía el gimnasio ahí, salía a correr. Después uno se pregunta para qué está entrenando sino va a jugar… Pero volví. Y ahora todo es muy distinto, difícil, con el protocolo y el distanciamiento«, confiesa.
Con respecto al año que se viene, tiene metas claras: «quiero mejorar, empezar de la mejor manera, con ganas de volver a jugar». De todos modos, sabe que la vuelta al ruedo no será nada sencilla. «Después de tanto tiempo volverse a golpear, va a ser muy duro», dijo.
Pero no todo es rugby en la vida de Bruno. También trabaja ayudando a su padre y tíos realizando tareas de albañilería, mientras finaliza la escuela. Los estudios son importantes, por eso no descarta a futuro seguir la carrera de enfermería.
Además, sueña con emigrar para seguir creciendo. «Me gustaría jugar en otro país. ¿Los Pumas? Lo veo difícil por un tema de estatura, buscan gente más alta«, indicó el joven Cacique, que de todas maneras no pierde las esperanzas de algún día representar al país haciendo lo que más le gusta.