«Bebe» Sardinez se prepara «para pelea de su vida»

A Carlos Sardinez le dicen «Bebe». Cuenta que así lo apodó su mamá, cuando tenía apenas meses de vida, por su parecido a un muñeco de juguete. “Decían que me parecía mucho a los bebotes. Hasta el día de hoy, que ya soy grande, me joden con el tema”, señala entre risas el joven de 26 años nacido en Villa Krause, Rawson. Descontracturado, sin presiones y preocupaciones, como la de llevar el pan a su casa, el boxeador sanjuanino habla de su costado más sensible y humano, como los diez años que pasó metido en un taller de pintura para mantener a su familia.

“Trabajé en la pintura de auto con mi papá, mucho tiempo. También lo hice en talleres particulares, en la construcción, en la plomería. Vivo con mi esposa y mi hijo, y sí o sí tenía que trabajar. Por eso el tiempo no me rendía y no entrenaba mucho, porque llegaba a mi casa cansado. Nunca me dediqué exclusivamente al boxeo. Siempre digo que tuve mucha suerte, porque mal entrenado me presentaba a pelear y ganaba”, cuenta. 

La historia de Carlos es la de otros tantos remadores del cuadrilátero. Hasta hace un mes y medio su vida transcurría entre el Mocoroa y un taller de pintura, donde pasaba hasta 8 horas diarias. Expresa que en sus últimas seis peleas no subió al ring en buena forma. “Cuando disputé el título sudamericano entrené bien 10 días, con el cordobés Sarmiento apenas una semana. Nunca me preparé profesionalmente por temas laborales. Yo trabajo desde los 14 años, siempre me la rebusqué porque del boxeo nunca pude vivir”, señala.

Pero su vida, su profesión, dio un giro aquella noche del 16 de diciembre último cuando en Mendoza venció por puntos al Héctor «Pajarito» Sarmiento. Aquella presentación le abrió las puertas a un enfrentamiento con el múltiple campeón mosca y supermosca Omar Andrés Narváez (18 de mayo). También le brindó la posibilidad de, por primera vez, entrenar como un verdadero profesional para la que él llama “la pelea de su vida”.

“Ahora puedo estar tranquilo, sé que en mi casa no falta nada, que me están apoyando y me puedo dedicar exclusivamente al boxeo. Ahora me exigen, me cuido en las comidas, no me acuesto tarde. Antes comía cualquier cosa y bajaba hasta 9 kilos en una semana. Eso me debilitaba en el sexto round y lo demás lo hacía a media máquina. No rendía lo que tenía que rendir. Hoy soy otro”, apunta.

Parte de esa transformación es gracias al apoyo que recibe de Martín Quiroga, presidente de la Federación Sanjuanina de Boxeo y la secretaría de Deportes. La gente del club Mocoroa, con Juan de Dios Acosta, Juan Carlos Vera y Fito Fernández, se encargan de la parte técnica: “Voy al gimnasio en la mañana, salgo a correr, descanso y en la tarde voy al club. Tengo psicólogo, nutricionista, masajista, algo a lo que nunca accedí salvo cuando estuve con Lucas Matthysse. Últimamente me he presentado a pelear en malas condiciones físicas y he ganado, me imagino que al cien por cien tengo que dar todo y ser otro boxeador arriba del ring”.

En pocos días Sardinez buscará la gloria en Catamarca. Peleará por el título Latino del Consejo Mundial de Boxeo ante Narváez, a quien sólo conoce por videos. “Ahora estoy viendo imágenes de cómo trabaja, cómo se mueve y lo estoy estudiando para saber cuáles son sus defectos. Pero pelear con él es un sueño del que todavía no caigo. También de que se me dé la oportunidad a mí, porque hay muchos boxeadores que pueden hacerlo pero parece que soy el único que dio el ok. Yo acepté porque me tengo fe, bien entrenado le gano”.

Para él hay una sola chance y es la del próximo 18 de mayo: “Es ahora o nunca. Si yo gano se me puede dar la posibilidad de pelear por un título del mundo y es hora que San Juan tenga un campeón en el boxeo masculino”.

 

FUENTE: Tiempo de San Juan

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