Las señales de Nené

-Un cortado… y una sonrisa por favor.

La pausa intermedia, el tono de falsa súplica, la mirada esperanzada y la dulzura impuesta a la última frase, evidentemente no cumplen su objetivo. La flaca, primero se muerde el labio inferior mientras desvía la mirada a ninguna parte, para después preguntarme, seca, sin onda, casi diría que por obligación:

-Azúcar o edulcorante?

Su mirada, que salta de rincón a rincón del salón sin enfocar en ningún lado; su pose, altiva, con el torso hacia atrás, como tomando distancia; y sus brazos repentinamente cruzados sobre el pecho, con los dedos de la mano derecha tamborileando sobre la amarilla camisa que alguna vez fue blanca, me hacen sospechar que mi solicitud no fue recibida con agrado. Con resignación, le respondo:

-Nada.

Nada! Eso mismo. Nada generó el lance. Por qué? Por qué no me funciona a mí? Si al tío Nené le funcionaba siempre?!?! SIEMPRE! Adonde íbamos! En un bar o un café, siempre le arrancaba, al menos, sino una sonrisa, el teléfono a la moza. Acaso es una cuestión de facha? Sin ser un Adonis, no soy ni remotamente tan feo como el tío Nené. Y la pilcha que tenía el tío era siempre la misma! Creo que tenía una sola muda! Si no tenía un peso! Se la gastaba toda en joda el tío! Le encantaba la joda! Chupi, minas, noche. No le hacía asco a nada!

Paseo la vista por las mesas vacías, para ver si encuentro un diario libre. A pesar de que sólo un par de mesas están ocupadas, no veo nada disponible.

Pero en lo que más gastaba el tío, era en el juego. Si por casualidad, por la mañana se encontraba algún manguito que milagrosamente le hubiera quedado en el bolsillo después de la noche anterior, le depositaba una fe ciega y lo apostaba en algo. Quiniela clandestina, burros, alguna mesita diurna de naipes. Pero en lo que realmente se destacaba, era en las apuestas: Generalmente, le apostaba a algún conocido, por algún evento deportivo, electoral, o lo que fuere. Excusas no le faltaban. Lo increíble era que por lo general ganaba! Cuando todos pedían la cabeza de Bilardo antes de la clasificación al 86, él ya había apostado que Argentina salía campeón del mundo, con Maradona como gran figura. En el ’91, apostó que don Alfredo Avelín sería electo gobernador de San Juan 8 años después! Ese mismo año, antes de enfrentar a Estudiantes de Caseros por los cuartos de final del Torneo del Interior, dijo que San Martín (de quien también él era fanático) le ganaría la final a Gimnasia y Esgrima de Mendoza! Era famoso el tío en el barrio por sus aciertos sobre pronósticos poco predecibles! E invariablemente, cada vez que ganaba, mantenía el mismo rito: una vez cobrada la platita, separaba el 20% para la chilena Eugenia y, con el resto, organizaba planes para la noche.

El viejo de la mesa de enfrente tiene el diario completo. Le pregunto si me puede dar lo que no esté leyendo, y con cara de culo, como la de la moza, me tira los suplementos que no le interesan. Está el de espectáculos, los clasificados, y la revista del Easy. Una bosta.

La chilena Eugenia, era una vieja que se ganaba la vida tirando las cartas y curando el empacho. Tenía algunos clientes fijos, que iban por lo primero, y una clientela que se renovaba recurrentemente por lo segundo (todas las madres primerizas visitaron alguna vez a la chilena Eugenia). Según contaba el propio Nené, su pericia para ganar apuestas radicaba exclusivamente en consultar a la chilena. Cuando ella le tiraba una fija, él de lo único que tenía que preocuparse era en enganchar a algún desprevenido que aceptara la apuesta que le formulase. Seguramente habrá habido algunos pronósticos fallidos, pero toda vez que el tío pegaba un pleno, invariablemente iba para lo de la chilena y le dejaba su 20% de comisión. Por mucho que sus amistades y familiares le prevenían que estaba siendo estafado, a mi tío no le entraban balas y mantenía firme su convicción de que la chilena era una vidente real, y que cuando algo no salía como ella se lo había anticipado, era porque alguna fuerza externa se interponía para torcer el destino: la envidia, la mala onda, o hasta el diablo que metía la cola. Y si él quería seguir siendo el único beneficiado por esta habilidad de la chilena, él debía cumplir con el riguroso agradecimiento, del 20%, hacia ella.

Repasando la folletería del easy, no encuentro nada atractivo. Una rápida repasada por sus páginas sirvió únicamente para recordar cuan bosta resultó ese taladro chino que compré con entusiasmo porque en la revista había salido publicado a un precio increíblemente bajo.

La flaca con cara de culo me trae el cortado. Con 2 sobres de azúcar (como demostrando que no me dio bola cuando preguntó), y un vaso a media asta de soda. Ni una galletita, ni un amaretti, ni nada.

Relojeo el suplemento de espectáculos. Nada interesante. Cine, teatro, series, chimentos, y poco más. De fútbol, nada. Y el viejo de mierda no tiene pinta de irse o largar el suplemento deportivo. Igual, seguro que en ese diario de mierda no deben hablar mucho del partido. Seguro que el foco está en la lucha de Belgrano y Talleres por entrar a las copas. Qué mierda me importa si entran a las copas. El partido importante es este en el que, como hace casi 2 años, les podemos cagar las aspiraciones de campeón a estos muertos. Pero a diferencia de aquella vez, esta vez lo podemos hacer en su casa. Y ahí se le mueren los 20 o 30 hinchas que tiene Godoy Cruz. Y cuando salgan de la cancha, con la cabeza gacha y el alma herida por el trompazo a sus aspiraciones, seguramente escucharán los festejos que se desatarán a 170 kilómetros al norte. Qué lindo sería repetir la historia. Y de visitante, más que escupirlo, sería como mearles el asado. Ojalá que se dé. Aunque va a estar bravo. Ellos están fuertes. Sí, pero nosotros todavía los tenemos de hijo en el historial. Y si bien en los últimos años acortaron la brecha, el partido más importante fue para nosotros. Ese en el que, sin que nadie diera dos mangos por San Martín, los bajamos de la posibilidad de jugar la final con Lanús. Si el tío Nené hubiese estado vivo, con ese partido se podría haber hecho millonario. Y si ahora hubiese estado vivo, ya le hubiera preguntado quien gana el partido del viernes. No para ganar alguna apuesta, sino para calmar esta ansiedad que me está carcomiendo.

Agarro los clasificados, y lo abro para ver si aparece alguna oportunidad. Con vehículos o terrenos, no me interesan. Ya me clavé un par de veces. Busco si hay ferias americanas, o algo por el estilo.

Nada atractivo. Voy a los remates, pero tampoco salió nada. Y ahí fue cuando, por casualidad, de un vistazo veo en la sección de Servicios, un aviso que, por lo oportuno, me llama la atención:

TAROT: Como un manso cachorro que sólo quiere afecto, lo/a dejo rendido/a a tus pies. Sólo con su nombre o foto, destruyo ligaduras, brujerías y Magia Negra. En tan solo unos minutos, será solo tuyo/a. 35 años de Experiencia.

Como un rayo de luz que penetra de repente en la oscuridad, recibí la primer señal. Como respuesta a haberlo recordado después de tanto tiempo, sería que el tío Nené me estaba queriendo decir algo?

Sigo leyendo otros avisos del mismo rubro, buscando aquel que sea el indicado. Chamanes, brujos, mentalistas, astrólogos se esforzaban por publicar el aviso más original, pero ninguno me resultaba convincente. Hasta que me topé con el siguiente aviso:

ÚRSULA, la original. No le adivino el destino, sino que le construyo el futuro. Ayuda inmediata, efectiva y definitiva a cualquier problema. Reconocida como la mejor Vidente del mundo en 2018 por el Congreso de Copenhague. Su pedido será una misión cumplida en lo inmediato. No prometo, cumplo. Sólo por hoy, trabajos gratis.

Y si el tío no le pedía a la chilena que le adivinara el futuro, sino que le pedía que lo hiciera como él lo quería? Nunca dio demasiados detalles de cómo eran sus entrevistas con la chilena, ni mucho menos qué temas trataban ni cómo lo hacían. Sería posible que él imaginara un evento, y a la chilena le pedía que lo cumpliera? El hacerme esta pregunta (y la posibilidad de que hoy fuese gratis el trabajo), fue la segunda señal.

Al final del aviso figuraba un número telefónico, al que le faltaba un dígito, y la dirección de la vidente. La tercer señal se presentó al comprobar que la dirección quedaba a 3 cuadras de donde yo estaba. Sin ninguna duda, el tío Nené me estaba mostrando el camino. Y yo lo iba a transitar.

Apurado pido la cuenta. La flaca me entrega un ticket en el que pretende cobrarme el cortado a 70 mangos. Espantado le pregunto:

-70 pesos un cortado???

-En realidad cuesta $60, pero la última vez que viniste, dejaste $50 y te fuiste. Y yo tuve que poner de mi bolsillo los $10 faltantes. Y encima querés que te entregue una sonrisa?

El planteo me desconcierta, pero no encuentro elementos para defenderme. Como estoy apurado, le dejo sobre la mesa lo requerido, y salgo disparado a donde me indicó Nené.

La fachada de la casa difería sobremanera con el del resto de la cuadra. Era una casa vieja, pintada a la cal, con la puerta de entrada que daba directamente a la vereda. Una única ventana con postigón de madera que alguna vez estuvo pintado de verde, está mucho más baja de lo habitual. Golpeo la puerta, y se abre el postigón. Una mujer mayor, de contextura robusta y atuendos gitanos, me escudriña en silencio.

-Estoy buscando a Úrsula – le digo como para justificar mi presencia. Necesito conversar con ella.

-Quién la busca?

-Ella no me conoce. Vine por el aviso del diario.

-Un momento, por favor.

El postigón se cerró, y esperé un tiempo que me pareció demasiado prolongado, hasta que por fín se abrió la puerta. La misma mujer del postigón, me invita:

-Pase. Úrsula lo estaba esperando

La puerta daba a un pasillo típico de casas antiguas, donde todas las habitaciones desembocan al mismo. Todas las demás puertas, viejas, sucias y descuidadas, se encuentran cerradas. La gitana cierra detrás de mí la puerta por donde entré, no sin antes asomarse a la vereda y mirar para ambos lados, como supervisando algo. Me acompaña hasta la puerta de una de las habitaciones y la golpea con un toc-toc seco y seguro. Sin esperar respuesta, abre la puerta y, con un ademán, me invita a pasar.

La habitación estaba en penumbras. Sin otra abertura que la puerta de ingreso, está iluminada únicamente por un foco de potencia bastante inferior a la que se requeriría en ese espacio. Sin que se me acostumbre la vista en esas condiciones, alcanzo a distinguir la silueta de Úrsula. Su recepción es por demás cálida:

-Pasa querido. Hace bastante que estoy esperando tu visita.

Con una mano extendida, y una sonrisa afectuosa, me enseña una silla que se encuentra junto a la mesa que ocupa el centro de la habitación. La gitana de la entrada no entra y cierra la puerta desde afuera. Úrsula, que también está vestida con las ropas típicas de los gitanos, toma asiento en la silla que se encuentra en el lado opuesto de la mesa, quedando de frente a mí. Intento tomar la iniciativa:

-Buenas tardes, mi nombre es…

La interrupción de Úrsula apareció como un rayo.

-No! No me digas tu nombre! Yo ya lo conozco. Yo ya sabía que ibas a venir, a pesar de que te estabas demorando.

La vista, que se me empieza a acostumbrar a la penumbra reinante, se encuentra con una mujer de entre 55 y 65 años. El cabello muy largo hasta la cintura, tomado en una trenza. Intento interpretar algo en su rostro, pero sólo encuentro seriedad.

-Cómo que me estaba esperando? Si acabo de tomar la decisión de venir a visitarla!

-No Querido. Acabas de darte cuenta que tenías que venir a visitarme. Pero yo lo sé desde hace bastante!

Su respuesta me desconcierta. Pero antes de poder pedir explicaciones, ella avanza:

-Pero antes de continuar, me gustaría aclararte que no te voy a llamar por tu nombre, sino que lo haré por el apodo que te puso tu maestra de jardín de infantes, aunque probablemente no lo recuerdes: Gringo.

Me decían Gringo en el jardin? No lo sabía! Cuando estoy por cuestionar, me interrumpe nuevamente, llevándose el índice a la boca y emitiendo un chistido. Cumplido su cometido, y apoyándose en el silencio que invade la sala, me dice:

-Tienes un sentimiento hacia una mujer que no es correspondido!

Se queda mirándome, como aguardando una devolución. Pienso en mi mujer, y nada me hace pensar que mi amor no sea correspondido. Cuando estoy a punto de cuestionar su aseveración, me acuerdo de la moza del café. Ella no dijo que sea mi esposa, ni tampoco qué tipo de sentimiento! Entonces, es claro! Se refiere a ella!

Excitado por las evidencias de sus poderes (sabía desde hace tiempo que iba a ir a visitarla, conoce mi nombre, mi apodo de jardín de infantes, y hasta la desavenencia que tuve hace solo unos minutos con la moza), intento enfocarme en lo importante.

-Sí, pero no es eso lo que me ha traído a su encuentro. Digamos que es un tema un poco más delicado.

-A que te referís, Gringo?

-Necesito de su ayuda para poder hacer que algo suceda.

Úrsula me mira con cara extrañada. No entiende de qué le hablo.

-He reparado en su aviso del diario, principalmente en esa parte que dice “No le adivino el destino, sino que le construyo el futuro”. Bueno, necesito que “algo” suceda. No le vengo a pedir que me convierta en millonario, ni que me solucione un problema grave de salud. Lo único que necesito, es que San Martin le gane el viernes a Godoy Cruz.

-…

-Eso! Sólo eso!

La vista ya casi se me ha acostumbrado por completo a la luz del cuarto. Ya puedo ver las manchas de humedad que cubren casi todo el techo. Puedo ver las paredes que han perdido en gran parte su revoque. Puedo ver las manchas de grasa sobre el mantel tendido en la mesa. Y puedo ver la jeta desencajada e inmóvil, de Úrsula. Por fin, decide romper el incómodo silencio que se sostuvo por varios segundos:

-Pará Gringo. Qué me estás diciendo?

-Sí, Úrsula! Necesito que hagas algo para que San Martín gane el viernes. Es un partido que no podemos perder!

-Partido de qué?

-De fútbol! San Martín de San Juan juega contra Godoy Cruz, en Mendoza.Y si ellos ganan, van a mantener la ilusión de salir campeones. Y nosotros tenemos la oportunidad de matarles esa ilusión. Por segunda vez en 2 años! No se la olvidarán nunca más! Y nosotros tampoco!

-Pará! Vos me estás pidiendo que haga algo para que San Martín de San Juan gane un partido de fútbol?

-Sí! Pero no es “UN partido de fútbol”. Es “EL partido de fútbol”.

Úrsula se queda mirándome. De entrada, pensó que era una joda. A continuación, sospechó que yo podría estar ahí sólo para molestar. Y estuvo a punto de pedirme que me fuera (por las buenas o por las malas). Pero se ve que su vista también se acostumbró a la penumbra del cuarto, y entonces ahí pudo ver en el brillo de mis ojos, en el entusiasmo de mi rostro, y en la excitación de mi respiración, de que se trataba de un anhelo genuino.

Ella estaba acostumbrada a recibir “pacientes” que necesitaban de milagros, más que de favores. Recibía pedidos por salud, trabajo, amor, fortunas. Recibía pedidos egoístas y generosos. Viles y altruistas. Justificados y no. Pero a todos los entendía, y éste pedido la desconcertaba. Entonces fue ahí, al percibir su duda, que me animé a justificar mi pedido.

-Úrsula, lo que te estoy pidiendo, es que hagás justicia. Que ganen los hinchas genuinos, que pagan su entrada en las buenas y en las malas, por sobre los hinchas del éxito. Que ganen los que siempre alientan, por sobre los que se van antes. Que ganen los fieles, por sobre los circunstanciales. Que gane la historia y la vigencia, por sobre la moda. Úrsula, lo que te estoy pidiendo, es que ganen los buenos, por sobre los malos! Que hagás felices a muchos, por sobre sólo unos pocos.

Sostuvimos nuestras miradas cruzadas por un instante eterno. En la mía se notaba euforia y convicción. En la de ella, adhesión a una causa que iba a hacer propia. Al cabo de algunos segundos, se levanta y me dice:

-Esperame un poco.

Salió por esa misma puerta por la que yo había entrado unos minutos atrás. A su regreso, trajo un muñequito de tela, vestido con una remera blanca. Al entregármelo, me dijo:

-Traelo el viernes por la mañana, con la camiseta pintada con los colores de Godoy Cruz. Ah, y una caja de alfileres. O clavos.

Lo recibo con ambas manos, sin apartar la vista de sus ojos. A punto de llorar, expreso con sinceridad:

-Muchas Gracias!

Haciendo la pausa precisa para sopesar todo el sentido de mis palabras, y ofreciéndome esa sonrisa amable que me negara la moza, me responde:

-Son $3000

Su última intervención me cae como un balde de agua helada. Cuando me recupero, la espeto:

*-$3000? En el aviso decía que hoy los trabajos eran gratis.

-Sí, Gringo. Pero al trabajo lo voy a hacer el viernes

El argumento es irrefutable, y me pregunto si no se puede adelantar el trabajo para hoy. Incapacitado para darme una respuesta, le confieso que no tengo efectivo.

-No te hagás drama que te recibo la de débito.

Sin salida, me resigno y le entrego el plástico. Cuando me lo devuelve, me acompaña a la salida. Estoy por salir por la puerta que da a la vereda, y doy la última media vuelta para preguntarle:

-Úrsula, me quedo tranquilo de que al trabajo lo vas a hacer, no?

-Quedate tranquilo que, para cuando termine, el muñeco va a servir para zarandar grancilla.

Con las manos en el bolsillo, y el muñeco atrapado bajo el sobaco, me voy caminando a casa, agradeciendo para mis adentros las señales de Nené.

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