Desde un vamos me sentía raro. No entré a la Platea Este con las mismas ganas con las que lo hago desde hace más de 10 años. Es que si San Martín ganaba perdía River, el otro club de mis amores. El partido fue un constante sufrimiento. Cada aproximación verdinegra encendía en mí las ganas de ver la red inflada, pero a la vez no quería que eso pasara. ¿Cómo es posible querer que le conviertan a mi equipo? Rarísimo. Y lo mismo con los ataques del Millo. El tema…
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