Cuando su papá Pablo comenzaba a preparar su bolso con la paleta y las pelotitas, la muñequera y la rodillera, Alejo sabía que era el momento especial de la semana porque se subía al auto antes que su padre para acompañarlo en su encuentro habitual de pádel que tenía con sus amigos. Alejo Ribes no era de los chicos inquietos que andaba para arriba y para abajo, sino que se sentaba en la silla y esperaba su momento con ansias. Cuando el set entraba en zona de definición ya tenía su paleta lista y una pelota en…
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