«Mi representante consiguió una prueba en Independiente, viajé por una semana y al tercer día ya quedé», respondió Martín al ser consultado sobre el mayor logro de su carrera deportiva. Gracias a la dedicación que mantuvo durante tantos años, el sanjuanino cumplió «el sueño del pibe»: salió del barrio y llegó a un grande del fútbol argentino.
Martín Perisotto nació y creció en su querido barrio Illia, en el departamento Rivadavia. Allí desde que estaba en la cuna vivió en un ambiente marcado por el fútbol. Esto se debe a que directamente la vida de su padre estuvo marcada por este deporte. Si bien desde que tiene uso de razón conoce la disciplina, recién cuando estaba por cumplir 6 años empezó a jugar.
«Estuve prácticamente toda mi vida en el barrio Illia. Empecé a jugar al fútbol alrededor de los 6 años. Desde esa edad estoy jugando con la pelotita entre los pies. El principal apoyo y el que siempre me motivó fue mi viejo porque tuvo un pasado futbolero. De chico entrenaba con él. Si bien toda mi familia me apoya siempre fue él el que estuvo conmigo», expresó.
Con el paso de los años el chico comenzó a conectarse con el balón pero de una manera diferente. Ya no era sólo con el objetivo de divertirse sino que cada vez demostraba más habilidad y sobre todo un buen manejo de la caprichosa. Si bien no destacaba por tirar lujos, demostraba tener una buena conducción y una gran capacidad para dar pases precisos.
Esto terminó siendo ratificado por los entrenadores que tuvo cuando sus padres lo anotaron en el Club Atlético San Martín de San Juan. En el «verdinegro» el adolescente tuvo una formación de mayor calibre. No se asemejaban ni un poco a los picaditos del barrio, ya que claramente era mayor la exigencia y tanto sus compañeros como rivales lo obligaban a dar el máximo.
A muchos esto podría generarles frustración y les llevaría un tiempo acostumbrarse a ello pero este no fue el caso de Martín. El rivadaviense tenía un hambre de gloria impresionante y trataba de sacar algo positivo de cada error o derrota que vivía. Esto le permitió afianzarse como el volante central titular de su categoría, la 2002.
Perisotto ya se había asentado en esa posición y parecía que nadie podía quitarle el puesto. No cabían dudas de que era el mejor cinco de su equipo y, porque no, uno de los mejores de su edad en el torneo nacional. Dicho rendimiento provocó que fuera convocado para las juveniles de la Selección Argentina junto a otros sanjuaninos.
Sin embargo el destino le puso la miel en los labios y terminó haciendo de las suyas. Cuando faltaba muy poco para realizar el viaje y cumplir el sueño de defender los colores de su país: Martín sufrió una dura lesión. De esta manera quedó completamente descartado de la convocatoria debido a su estado.
«El momento en el que me lesioné fue muy triste la verdad porque justo fue apenas dos días antes de viajar con la Selección Argentina. Fue duro de afrontar porque era muy difícil que te vean de afuera y conseguir esas posibilidades sobre todo. Así que fue muy duro y muy triste en ese momento», recordó.
Lamentablemente esto representó un palo en la rueda y le puso un freno a su formación como futbolista. De esta manera estuvo un tiempo alejado de las canchas, pasando por las manos de profesionales que le indicaron distintos estudios. Afortunadamente para él, gracias a los médicos que lo atendieron, pudo volver de la mejor forma al verde césped.
Si bien necesitó un tiempo esperable de acostumbramiento, al joven no le tomó demasiado volver a adueñarse de la mitad de la cancha de San Martín. De hecho seguía creciendo y demostrando que con el paso de los partidos se volvía más capaz. Eso generó que algunos cazatalentos comenzaran a posar sus ojos sobre él.
Ante el lógico desconocimiento de sus padres sobre negociaciones entre clubes, tomaron la decisión de delegar esa responsabilidad a un representante. Con el paso del tiempo iban a darse cuenta de que eso fue lo mejor que pudieron haber hecho ya que esta persona les consiguió una oportunidad de oro.
«Mi representante me consiguió unas pruebas acá en Independiente cuando yo todavía estaba en San Martín de San Juan. Así que viajé, estuve una semana y en el tercer día ya me dijeron que ya había quedado definitivamente. En ese momento yo tenía 17 años», rememoró.
Ese momento del 2019 quedará grabado a fuego en la memoria de toda la familia Perisotto. Luego de tanto esfuerzo el pibe había logrado lo que todos sueñan. Salir del barrio, destacarse en uno de los clubes más grandes de su provincia para llegar a uno de los más históricos de todo el país.
Él tenía tantas ganas de aprovechar esta oportunidad que la adaptación nunca fue un problema. Generalmente a algunos chicos del interior les cuesta mucho despegarse de sus seres queridos para pasar a vivir solos en un lugar desconocido. No obstante este no fue el caso ya que el mediocampista pudo formar un bueno grupo y vivir cómodo en una pensión externa del «Rojo».
Este inmueble se volvió su nuevo hogar y sólo lo abandonó cuando explotó la pandemia, momento en el que debió volver a San Juan. Fuera de eso prácticamente su vida pasa entre su vivienda y las instalaciones del club. Si bien Martín tiene en claro que si no tira la toalla podrá conseguir cosas grandes, desde un inicio prefirió ir dando un paso a la vez.
Claramente el mayor objetivo que pasa por su cabeza es el debut en Primera. A pesar de ello siempre tuvo en claro que no debe desesperarse ni quemar etapas. Por ejemplo, intentó sacar el máximo aprendizaje de experiencias como la que vivió cuando su categoría entrenó con el plantel profesional.
«Entrené con los jugadores de la Primera División hace poco. En ese momento fuimos todos los chicos de mi categoría que nos tocó hacer fútbol con ellos. La verdad es que fue una experiencia muy linda que me tocó vivir. Mi principal objetivo de este año es llegar a entrenar con la Reserva. Después sería todo un sueño cumplido debutar con la Primera. Pero ese sería una gran meta lograda para esta temporada», sentenció.
Fuente: Canal 13.