Las constantes salidas al gimnasio del Mocoroa de su padre Fabián, un aficionado al boxeo como su abuelo, Carlos «Puna» Páez, habían llamado fuertemente su atención. Tenía 12 años y estaba iniciando la secundaria en el Colegio Nacional Monseñor Pablo Cabrera. «Le pedía a mi papá que me llevara al club, pero recién lo hizo cuando cumplí los 12 años. Me lo había prometido y cumplió. Arranqué porque quería bajar de peso y al final me enamoré de la competencia, del guanteo y el ring», cuenta Gabriela, la chimbera de los «puños de acero».
En su infancia había practicado hockey y kick boxing, pero confiesa que nada le había generado tanta adrenalina y felicidad como el boxeo. Recuerda su niñez pegada al televisor mirando peleas con su papá, quien compitió en el circuito amateur. Su abuelo, de hecho, estuvo cerca de ser campeón provincial. Ahora es ella la que va por la gran corona. «Nunca imaginé que iba a terminar compitiendo. Cuando empecé en esto veía a mis compañeros pegarle a la bolsa o guantear y me atraía mucho. Le dije a mi papá un día que quería pelear con alguien, pero quería pegar y que no me pegaran. Fue muy chistoso», cuenta.
Gabriela comenzó en el Mocoroa y más tarde se sumó al team de Daniel Álcaraz, tío y entrenador de la primera campeona del mundo que dio San Juan, Leonela Yúdica. Fue un cambio enorme en su vida porque a los pocos meses de haber iniciado se transformó en sparring de la reina de la categoría Mosca de la Federación Internacional de Boxeo. «Tenía 13 años cuando me convertí en su sparring fija. Ella ya era campeona del mundo y para mí era todo un sueño. Al principio tenía miedo, pero después agarré confianza. Además ella me enseñaba y tenía paciencia. Es un lujo aprender de ella, también recibir los consejos de Daniel», dice.
La «Gabita», como la conocen en el ambiente, hizo su debut en el amateurismo en una exhibición que tuvo como escenario el gimnasio donde dio sus primeros pasos: el Mocoroa. Después compitió oficialmente en Mendoza y desde entonces no paró ni la paró nadie. Actualmente está invicta con 17 victorias.
Sin embargo, sus dos triunfos más importantes se dieron en los Juegos Evita. En 2018 derrotó a la salteña Fernanda Vilca en la categoría hasta 48 kilogramos y alcanzó su primera medalla de oro. La definición fue por puntos en fallo unánime: 20-18; 20-18; 20-19 para totalizar 60-57 a favor de la sanjuanina. En 2019, en Mar del Plata, volvió a repetir la hazaña. Esta vez logró su segunda medalla dorada al vencer por puntos a la chaqueña Olga González. Este último evento tuvo de especial el hecho de que fue distinguida como la mejor boxeadora del torneo, sumando a su vitrina una copa como premio.
Ahora se prepara para dar su gran salto. La adolescente, integrante del programa de Alto Rendimiento de la Secretaría de Deportes, podría este año debutar como profesional. En marzo cumple 18 años y ya estaría habilitada para arrancar una nueva etapa en su vida. «Sueño con ser profesional y regalarle a San Juan otra campeona del mundo», confiesa.
Fuente: Tiempo de San Juan