No es común, para nada, que un chico llegue a la Primera División de un club con 13 años de edad. Tampoco lo es que actualmente, con sólo 16, sea un chico experimentado y todo un referente para los niños de su pueblo. Erik Muñoz juega en Sportivo Los Andes, de Tudcum. Y la rompe.
Comenzó en el club cuando tenía 9 años y siempre supo que su vida estaría ligada al mundo del fútbol. Enganche, habilidoso, no tiene problemas en tirarse un poco para atrás y jugar de cinco. “Por la edad que tenía cuando subí a Primera, aprendí bastante. Me rocé con jugadores mayores, con experiencia. Tuve varios pasos por distintos clubes de Iglesia e incluso jugué en la Reserva de Sportivo”, aseguró en diálogo con La Excusa Deportiva.
Antes del parate obligado por la pandemia, Erik tuvo un 2019 soñado. “Logré el bicampeonato, la Copa de Campeones y el premio a mejor jugador. Pero el 2020 fue horrible para todos y más para los deportistas, los futbolistas que viven de la actividad”, prosiguió.
Sin embargo, Muñoz no estuvo quieto. “Entrené, hice físico para mantenerme en estado. Esperando que todo esto termine y que este año sea productivo, de todo corazón, que se puedan lograr muchas cosas y que el fútbol vuelva de la mejor manera”, se esperanzó. Con respecto a si continuará en el club, no dudó en afirmar que “Los Andes me abrió las puertas. Igual siempre me emociona mucho disfrutar de otras experiencias. Seguir donde sea sería genial”.
Rasta, tal como lo llaman sus amigos, soñaba con llegar a Boca. Y pese a que no lo ve como algo cercano, asegura que le gustaría tener la posibilidad de jugar algún torneo importante a nivel nacional o internacional”.
“Mi ídolo es Rivaldo. Siempre admiré su paciencia, su elegancia para jugar. Como todo niño intenté imitar sus movimientos, sus goles, sus gestos, pegadas, fue y es mi referente”, asegura este chico que se define como “creativo, dinámico, respetuoso, que deja la vida por el equipo”.