Nacido un día como hoy, 21 de mayo, Sergio Cerdera debió llevar a cuestas ser el hijo de Peringa Cerdera, el gran piloto sanjuanino que marcó una era imborrable en el motociclismo de la provincia y el país; pero más allá de eso, se las arregló para ganarse un lugar en el motocross y enduro por su propia capacidad.
Nacido en Desamparados, vivió durante muchos años en Libertador y Mansilla y -de hecho- buena parte de su familia sigue habitando esa zona; pasó por pleno centro en Mendoza y Laprida y también en el barrio Del Bono. Además de su papá Fernando, su familia la componían mamá Mónica y las hermanas María Fernanda y Sandra. Ahora él suma a sus hijos Alejo, Benjamín y Ramiro.
Recuerda que, de niño, le gustaban las motos, pero no como una pasión. Sin embargo, su primer deporte abrazado con amor fue el tenis, al que jugó en el Jockey Club hasta los trece años y donde dice Sergio, andaba muy bien, hasta que en una ocasión le tocó correr en motocross y el mismo día jugar una final de tenis. Junto a su familia y un grupo de amigos fueron hasta el Club Pesca y Caza, en Ullum, y allí ganó su primera carrera. En el momento que lo llaman a recibir el trofeo, Peringa le dice que debe cumplir con su compromiso y lo sube a su vehículo y, entre protestas y llanto, cambió su indumentaria para jugar aquella final, que terminó perdiendo. Con toda su frustración llegó a casa y su padre le recriminó que llorara por no recibir el trofeo y que debía hacerlo por perder su partido y por no comprometerse con el deporte. En ese momento puso sobre la mesa el casco y la raqueta y le dijo que eligiera. A partir de ahí y con una decisión tomada a los trece años, siguió con las competencias de motos.
El Guapo, como le llaman muchos, también recuerda su paso por el karting en un par de temporadas junto a Henry Martín, quien era como un hijo para Peringa (de allí el mítico 58 que usaba Henry), y eso le permitió conocer y hasta compartir una cena con Ayrton Senna cuando estuvo en San Juan. En aquella oportunidad, Peringa le compró un equipo de karting a Senna y se lo regaló a Henry a su papá Pocho.
En 1986 viajó para correr un premundial de motocross en Salta, en donde no clasificó, pero aprovechó la oportunidad para quedarse a ver el mundial y allí entabló amistad con el italiano Franco Picco, a quien volvió a ver muchos años después en el Dakar de 2012 y lo invitó a correr el Rally de los Faraones, en Egipto. Fue en esos días previos, que, entrenando, Sergio sufrió un duro accidente.
Los Dakar corridos fueron el corolario para una carrera en el motocross que le dio nada menos que seis campeonatos argentinos. El primero de ellos lo ganó en 1993 a bordo de una Kawasaki KX 250 y allí, con sus 21 años también ganó el Marlboro Enduro Challenge, competencia de gran prestigio que se disputó en Barreal con 575 motos en la línea de largada, satisfacción que repetiría en 1996. A partir de esa prueba comenzó a disputarse un campeonato con carreras en San Juan, San Luis, Mendoza y en el NOA, donde fue campeón. Luego vendrían los títulos de 1994, 97, 98, 2000, 2001 y varias competencias de importancia, como el Enduro de verano 2008, la Copa Motoforce del NOA, Copa Transmontaña de Tucumán o el Rally Transpatagónico, trayendo un subcampeonato chileno de enduro cross, por mencionar algunos de sus logros, sin olvidar que ganó el campeonato sanjuanino de enduro en cinco ocasiones; cuatro años el provincial de motocross y cuatro veces el campeonato local de supercross.
Además de la faceta deportiva, Cerdera vivía en San Juan y había que trabajar para vivir y por ello es que durante más de 20 años se dedicó al turismo estudiantil, lo que lo complicaba a la hora de llevar las dos actividades en forma paralela, ya que debía viajar y por ende, más de una vez perdió una carrera y hasta algún campeonato.
En 2002, recordó las palabras de su padre, cuando le dijo que el día que él, arriba de la moto, no pensara en otra cosa que acelerar, debía bajarse y es lo que le sucedió, pues se aburría al correr, entrenaba sin ganas, a punto que, al terminar la temporada, guardó su indumentaria y vendió las motos que tenía.
Después de muchos años se le presentó la oportunidad de correr el Dakar, carrera que es sumamente exigente y que califica como más duro llegar a correr que la carrera en sí mismo, debido a la cantidad de exigencias previas. De su primera participación recuerda que a último momento le dijeron que no llegaba la moto nueva que esperaba y que debía comprar una usada, algo que le pareció una idea alocada, pero que no le dejó alternativa. El desenlace (motor roto), fue algo que imaginaba que podía suceder. Antes de ello, el accidente cerca de las dunas del Nihuil, cuando marchaba 18°. Luego de más de dos horas en el lugar donde se golpeó tras chocar con un caballo, pudo continuar y finalizar en el puesto 250, dando por el piso con sus aspiraciones de llegar a San Juan al día siguiente dentro de los diez primeros.
Para finalizar, Sergio recuerda aquel accidente de 2013, cuando se preparaba para viajar a Egipto. Era un día como cualquier otro, haciendo el recorrido de siempre, con la mala fortuna de que un coágulo que había quedado del accidente del Dakar, en ese momento se desprendió, provocándole un desmayo mientras iba andando. Como consecuencia sufrió un fuerte golpe que le causó fractura de mandíbula y dos meses en terapia intensiva. Le llevó mucho tiempo poder recuperar su vida normal y hasta el día de hoy siente que hay cosas que cambiaron; a tal punto que dice estar convencido de que Sergio murió en ese accidente, pues siente que es otra persona, que cambiaron sus gustos, sus amigos, la forma de ver las cosas. Siente que tuvo una segunda oportunidad de seguir viviendo, pero siendo otra persona.
El Guapo Cerdera, siempre jovial, con buena onda, reparte sus días en su emprendimiento en Villa Tacú y la Dirección de Deportes Náuticos y Recreativos.
FUENTE: Secretaría de Deportes