El pibe de 16 años se sumó hace cuatro meses a Huracán. Debutó a los 14 en primera, es enganche, zurdo y ya marcó un gol en la sexta el chico que viajó a Buenos Aires sin olvidarse de su tierra.
Gracias al fútbol salió de su Tudcum natal. Salir de esa tierra maravillosa y paradisiaca es solo para buscar un sueño que no está en esas tierras.
Emanuel Muñoz, nació y se crió en Tudcum. Un pueblo de 728 habitantes ubicados a 196 Km. de la ciudad de San Juan. Además de aprender el oficio de ayudar en casa con los dulces artesanales, su vida estuvo vinculada a un solo objeto: la pelota.
De cuerpo espigado, zurdo para el manejo de la redonda supo desde chico codearse con ella. Es que su abuelo Armando le regaló una. De ese pelota ya no quedan rastros pero si el dejó un rastro. En el fondo de su casa, en la calle San Roque y junto a sus amigos Emiliano, Domingo, Bernabé y Eduardo supieron armar el quinteto ganador de la cuadra.
La llegada de sus hermanas Ana (8) y Paz (6) le cambiaron la vida. No es que maduró de golpe ni tampoco que se hizo cargo de la casa, pero la confianza con su mamá Lucía fue creciendo y la responsabilidad fue mayor.
Un día le dijo a su mamá que quería jugar al fútbol en el club del pueblo. Por supuesto la respuesta generó algunas dudas en mamá pero fue positiva. Acompañado por su abuelo Armando lo llevó a entrenar a Los Andes, el club del Pueblo.
Ese fue el principio de una historia en la que el sacrificio y el amor propio, acompañaron al talento para llegar…
“Tenía miedos como todos. A los 12 años uno se imagina a donde se puede llegar. Lo sueña pero es difícil creer cuando estas tan lejos. Pero mi abuela Margarita me decía siempre si usted tiene un sueño tiene que luchar para cumplirlo, nunca baje los brazos. Y por eso los miedos los fui superando hasta que tuve la oportunidad de dar el primer salto” comienza contando Emanuel Muñoz desde sus habitación que se encuentra muy lejos de Tudcum.
A los 14 años le llegó la posibilidad de debutar en la primera del club Los Andes de Tudcum. ¿Pocos Jugadores? Si, puede ser. Pero el pibe a esa edad ya mostraba condiciones de un enganche zurdo con un sello diferente. Y llegaron mas partidos en la Liga Iglesiana y hasta le tocó debutar en el Torneo del Interior.
La carrera futbolística del nieto de Armando y Margarita ya comenzaba a pedir pista. Y el año pasado llegó a oídos de Emanuel que a San Juan Capital llegaba Néstor Apud, quien llegaba desde Buenos Aires para realizar pruebas de jugadores para sumarlos a las filas de Huracán de Parque Patricios.
“Fue una decisión dificil de tomar, no porque se trataba de una prueba sino que era salir de casa con ilusiones que se podían concretar. Mi mamá y mis abuelos me tenía una fe ciega, pero por dentro yo sabía que estaban destrozados porque se abría una puerta que me alejaría de ellos. Yo tenía mis miedos, pero con el apoyo de mis amigos llegué para hacer la prueba a San Juan. No había venido mucho a la Capítal, pero esta vez fue diferente” contó el Ema.
Y la puerta se abrió, Néstor Apud dio el ok y la notificación llegó, no fue como en el tango El Sueño del pibe. Acá no hubo carteros ni un perro blanco. Hubo un llamado y una notificación para que se presente a entrenar en Huracán.
“Por supuesto que hubieron lágrimas de todos. Ese día nos juntamos todos en el comedor de casa para llorar de la emoción. Me surgieron mil preguntas, mil dudas, mas miedos. A los 16 años habiendo llegado a San Juan Capital solo un par de veces, tenía la misión de viajar a Buenos Aires y de encontrarme con todo lo desconocido. Nunca imaginé que se diera tan rápido. Viajar solo no fue fácil pero llegar fue mas complicado. De repente de la soledad y el silencio de Tudcum pasé a los bocinazos y locura de una ciudad muy grande”.
Los primeros días de Emanuel fueron muy difíciles. Hubo ganas de volver, pero se fue aferrando a sus convicciones y a su fe. “Soy muy devoto de San Expedito y la Difunta. Creo en Dios y fue mi apoyo en los momentos de soledad. El pueblo de Tudcum a pleno me apoyó cuando me vine y lo siguieron haciendo a través de las redes sociales. No tengo palabras para agradecer todo ese apoyo. Es por mi familia, por Tudcum y por Iglesia que sigo luchando por mis sueños” contó con una capacidad de expresarse tremendas.
La vida le cambió a Emanuel ya juega en la sexta y tiene 7 partidos en la división con 3 asistencias y un gol ante Banfield. No ingresó nunca como titular, pero se esfuerza cada día por mejorar. “Acá no solo de trata de fútbol. Yo era un manyin y acá eso no va. Empecé de nuevo el secundario y estoy en primer año. No me llevo nada y seguiré mejorando porque en la soledad de un pensión entendés muchas cosas, que el sueño a cumplir no se hace de un día para otro. El sacrificio es lo importante y es con lo que convivo cada día”.
Tiene 16 y habla como si tuviera 30. Está maduro. Lo hizo de golpe y de una manera diferente. Maduró por el fútbol. Por esa pasión que le impuso su abuelo y la misma que el pone cada día cuando el despertador suena a las 6.00 de la mañana, porque los sueños se cumplen solo si no te olvidas de donde naciste y eso Emanuel Muñoz lo sabe: llegó desde un pequeño pueblo llamado Tudcum.
Un día en la vida de Emanuel
El sonido de la brisa suave de Tudcum, el canto de los pájaros no suenan en la urbe de Parque Patricios. Lo único que suena fuerte es el despertador todos los días a las 6.00 en la pensión. Desayuno y a las 7.00 el colectivo en la puerta los traslada a La Quemita. Después del entrenamiento emprende el regreso a la pensión. Baño, almuerzo y al colegio porque a las 13.30 se cursa el primer año de la secundaria. Después de las 18.30 la vuelta a la pensión. Merienda, algo de estudio esperando la cena para buscar el descanso a las 22.00.
Esto solo cambia el fin de semana por los partidos pero esa rutina tampoco deja de ser exigentes.