La piscina de saltos de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, donde el agua se volvió verde esta semana por un fallo en el sistema de filtración, tuvo que ser cerrada este viernes después de que los deportistas reportaran malos olores.
En el centro acuático Maria Lenk del Parque Olímpico está prevista en la tarde del viernes la ronda preliminar de la competición femenina de trampolín individual, en la que compiten las mexicanas Dolores Hernández y Melany Hernández. La final se hará el domingo.
El clavadista alemán Stephan Feck subió en su cuenta de Facebook una foto donde se lo ve cerca de la piscina tapándose la nariz con la frase: «El momento en que quieres entrenarte un poco y la piscina está cerrada. Toda la sede huele como si alguien se hubiera echado gases».
Entre el lunes y el martes el agua azul de la piscina se volvió verde y también cambió un poco la tonalidad de la de waterpolo, que está a su lado, aunque ahí ya se vuelve a ver azul y continúan las actividades con normalidad. Los jugadores de waterpolo se quejaron el miércoles de que les ardían los ojos, probablemente por el cloro.
La Federación Internacional de Natación (FINA) informó que lo ocurrido en la piscina de clavados había sido que los tanques de agua se quedaron sin ciertos químicos de tratamiento, lo que provocó que el nivel de pH (acidez) del agua estuviera fuera de los parámetros normales. Sin embargo, se descartaron riesgos para la salud de los competidores y dos de las pruebas de clavados -la plataforma sincronizada femenina de diez metros y el trampolín sincronizado de tres metros- se disputaron en el agua verde.
Fuente: Marca.com