La Unión Vecinal Colonias Unidas Richet-Zapata volvió a escribir historia grande en el hockey sobre patines argentino. En una noche vibrante en el Aldo Cantoni, el equipo violeta derrotó 4-2 a Centro Valenciano en el tercer y decisivo juego de la final, y se consagró campeón de la Superliga Nacional 2025.
El Cantoni fue una fiesta: emoción, goles, tensión y un público que acompañó a un equipo que no para de ganar. Con este nuevo título, Richet Zapata cerró un año perfecto, tras haberse quedado también con el Súper 8, y selló su clasificación al Mundial de Clubes.
La final tuvo tres capítulos intensos. Valenciano había dado el primer golpe el 17 de octubre, imponiéndose 3-2 en un partido cerrado. Dos días después, el “Viole” reaccionó con categoría, ganó 6-3 y forzó el tercer juego, que definiría todo.
Y el desenlace fue digno de una película. Apenas comenzó el partido, Bautista Romero abrió el marcador para Richet, pero Víctor Carrasco igualó rápido para Valenciano. A los 14 minutos, Nahuel Frías volvió a adelantar al conjunto de Santa Lucía, aunque Jesús Martín empató antes del descanso.
En el complemento, Richet salió decidido a ser campeón. Uriel Arredondo puso el 3-2 con una jugada llena de garra, y el arquero Pablo Ruiz se convirtió en figura al tapar varias pelotas clave. Cuando todo se encaminaba al final, Bautista Romero apareció otra vez para sellar el 4-2 definitivo, desatando la locura violeta.
Entre abrazos y lágrimas, Ruiz resumió la emoción del grupo:
“No se puede explicar la alegría que tenemos. Entramos a matar o morir, y lo hicimos muy bien. Somos una familia, los grandes apoyando a los más chicos”, dijo con la voz quebrada.
También habló el capitán Emiliano Romero, símbolo del club:
“Volví para esto, para darle alegría a la gente que tanto me dio. Ratificamos que somos los mejores del país después del Súper 8 y esta Superliga.”
Con este título, Richet Zapata redondeó un 2025 inolvidable: campeón del Súper 8, campeón de la Superliga y boleto en mano al Mundial de Clubes. El equipo de Santa Lucía sigue demostrando que la mística violeta está más viva que nunca. En el Cantoni, una vez más, quedó claro que el corazón también juega.