Era un partido muy especial. Porque ganar hubiera significado pegar un salto numérico y, sobre todo, anímico muy importante de cara a la última porción de la FIH Pro League. Y pese a que la derrota mantuvo a Argentina en el segundo lugar, tres puntos por debajo de India, perder por 6 a 3 significó un golpe duro que habrá que asimiliar muy rápidamente. Además, del otro lado se paró un campeón olímpico de Río de Janeiro 2016 que, encima, le hizo dos goles al equipo de Mariano Ronconi mediante su especialidad: el corner corto. Todo fue demasiado fuerte en Berlín.
Los Leones comenzaron con todo. Y a los 2 minutos obtuvieron el primer corner corto. Tolini le pegó fuerte a la bocha y el rebote lo tomó Nicolás Keenan que, en dos movimientos, puso el 1-0. Mejor, imposible. A esa altura, en el comienzo del partido, Argentina hacía el gasto con presiones, muchas rotaciones y un doble 5 afirmado con Habif y Rey. Pero sobre el final del último cuarto Alemania pasó a desplegar su arsenal ofensivo y los cortos comenzaron a sucederse. Fueron tres consecutivos en los últimos tres minutos y en el último, un pie de Cicileo parado sobre la línea del gol decretó el penal. A los 13 minutos Mats Grambusch tuvo su chance y no falló. ¿Otra mala? Cicileo pidió de inmediato el video ref y como Argentina lo perdió se quedó sin ese handicap. Corría apenas el primer capítulo de una larga historia. Sólo quedaban nueve segundos para el cierre de ese período inicial cuando otro corto alemán terminó con el segundo grito local: en una jugada preparada Peillat habilitó a Raphael Hartkopf que la desvió justo para sorprender al bueno de Santiago. A propósito del arquero argentino: a esa altura ya era figura y de no haber sido por él la diferencia final pudo haber sido más amplia.
Los Leones la pasaban mal. No defendían bien su área (cinco cortos en un cuarto es dar mucha ventaja en el hockey internacional) y no había paciencia. Ni en ataque ni en defensa.
El segundo cuarto arrancó con un corto originado por Ferreiro que Argentina no pudo aprovechar. Y en una soberbia jugada colectiva, a los 20 minutos, Moritz Trompertz la llevó «atada» al palo para definir con un golazo. En cada ataque el local lastimaba y desgastaba psicológicamente a Argentina, que empezó a dudar en su sistema defensivo. Apenas dos minutos más tarde llegó el séptimo fijo alemán y Gonzalo Peillat facturó por primera vez para gritarle su primer gol a Argentina, el seleccionado con el que conoció la gloria hace apenas seis años.
Santiago acertó tres atajadas increíbles ante la presión asfixiante de Alemania. Argentina perdía muy rápido la pelota en vez de sumar pases y posesiones más largas. Y Alemania nunca levantó el pie del acelerador. Todo pintaba complicado de cara al complemento.
Después de un inicio parejo del tercer cuarto, con Argentina tratando de ganar confianza con la bocha en su poder, Alemania propuso, un flick derivó en un nuevo corto y otra vez Peillat no falló con su arrastrada. Iban 12 minutos de ese complemento.
Argentina descontó a los 21 cuando el barrealino Agustín Bugallo la recuperó después de un error defensivo y Thomas Habif apareció por sorpresa en el área para definir. Pero Alemania se «enojó», provocó un nuevo corto apenas 60 segundos más tarde, Peillat arrastró, respondió bien Santiago y Thies Prinz aprovechó el rebote para que Alemania llegara a la media docena.
Con Alemania imparable cuando aceleraba y con su solidez defensiva, hacía mucho que el local había justificado la victoria. Por eso, cuando Santiago Tarazona puso el descuento final a cuatro minutos del cierre tras una corajeada de Rey y una habilitación de Toscani, el gol sólo sirvió sólo para decorar el marcador final.
Este domingo a las 9.30, Argentina tendrá la chance de una revancha. Aunque habrá que mejorar mucho para no sufrir otra pesadilla en Berlín.