Con una historia de vida durísima, Elio Rementería tuvo que aprender a sobrevivir, a hacerse fuerte desde muy chico, a soportar los golpes de la vida. Sus primeros pasos en la adolescencia lo encontraron al borde del abismo. Sin embargo, cuando todo parecía desmoronarse y el futuro se veía negro, apareció el fútbol, su gran salvador.
«El 2002, con la crisis economica, fue muy complicado. Tuvimos una vida frustrada, mi niñez no fue la mejor, mis hermanos gemelos fallecieron cuando tenían 17 años. Se drogaban con Poxirrán. Todo pasó en menos de un año. Al primero le dio un paro y el otro cayó en depresión, se rebeló con la familia, se iba de la casa. Sufrió muerte subita. Fue un golpe muy duro», recordó en diálogo con La Excusa Deportiva.
«Estábamos muy vulnerables, pero después de lo que pasó mi papá tomó la iniciativa de trabajar conmigo y mis otros hermanos. Yo en ese entonces tenía 13 años y me llevó a Colón porque se lo pedía. Hice inferiores, aunque en ese tiempo la escuelita no era tan buena. Estuve dos años, me hice hincha, iba en bici a entrenar. Aprendí a respetar horarios, aprendí el orden, a estar con los compañeos», añadió.
Elio no duda en remarcar una y otra vez que el fútbol fue su salvación. «Con 13 años llegué a probar droga, porque veía que mis hermanos lo hacían. Me crié en un ambiente pesado. Salir de ahí, haber tenido oportunidades, me hace afortunado. El futbol me rescató, la pelota fue, es y será todo para mí», añadió este volante central de 28 años que acualmente juega en Deportivo San Roque de Albardón.
«El fútbol fue mi escuela. Los profesores de las instituciones donde pasé no sólo me formaron como jugador si no también como persona, me enseñaron muchos valores sobre todo el respeto», sostuvo Rementería.
Con 16 años decidió probar suerte en San Martín y terminó jugando en el Verdinegro por un año. Después, los cazatalentos de San Lorenzo lo vieron y le dijeron que fuera a Buenos Aires. Allá también recibió el visto bueno y quedó. Jugó en las Inferiores del conjunto de Boedo durante cinco meses, pero jamás pudo acostumbrarse a estar lejos de los suyos. «Volví porque extraba a mi familia, no estaba comodo. Ahí se cayó mi sueño de ser futbolista profesional», contó.
A partir de ese momento comenzó a disputar torneos en diferentes ligas del interior de la provincia y disputar torneos como la Copa de Campeones. «Jugué en Del Carril, San Miguel, Sport Argentino, Paso de los Andes, Campo Afuera, Juventud Unida y San Martín de Pie de Palo, entre otros. «Es gratificante que valoren cómo juego», dijo este 5 de buen pie, aguerrido y fanático de River.
Elio no se cansa de repetir una y otra vez la importancia del deporte en general y del fútbol en particular en la vida de los niños y adolescentes. «Un chico en un club es un chico que está una o dos horas menos en la calle. Es algo que te guia, te da un estilo de vida. Te forma como persona, te enseña a ponerte metas. Hay que intentarlo, con dedicación, trabajo, pasión», reitera.
A los 28 años y pese a que todavía tiene mucho por delante, sus objetivos en la vida no pasan por lo futbolístico. «Sueños a esta altura ya no tengo. Sí intento superarme como jugador y persona día a día. Disfruto mucho jugar fútbol, ya sea en torneos, con amigos, compañeros de trabajo», concluyó.