Tiene 24 años y ama con locura lo que hace. Sabe que el esfuerzo que realiza día a día al final termina valiendo la pena. Trabaja casi sin descanso y aún así no deja de entrenar fuerte para tener su recompensa los dines de semana. Ismael Bustos juega actualmente en el Club Atlético General Belgrano, de Sarmiento, y además tiene tres trabajos para ayudar a su familia en lo que sea necesario.
«Es bastante difícil. Trabajo en una finca y en las tardes en un local de Car Audio haciendo instalaciones de sonido y de vez en cuando en una pizzería. A veces llego de la finca y no como, paso de largo a trabajar al local… Me llevo la ropa y unos sandwiches en la mochila. Como en el trabajo, salgo 18.30 y corro hasta el club. Entreno dos horas, vuelvo a mi casa, me baño y salgo a la pizzería. Se me hace difícil, son muchas horas de trabajo, a veces no me da el cuerpo», contó el joven en diálogo con La Excusa Deportiva.
A Ismael le gusta jugar de líbero, aunque últimamente el técnico no pone de marcador de punta izquierdo o de central. «Empecé a jugar siendo muy chico, cuando tenía 11 años en la Sexta. Tuve altas y bajas como todos, pero me fue bien. Hice toda mi vida en Belgrano. Sólo lo dejé una sola vez cuando pasé a Sportivo la Colonia», sostuvo.
El chico integra una familia de 7, con su mamá, papá y cuatro hermanos, dos mayores y dos menores. Hincha de Boca y de Belgrano, tiene un sueño que amaría poder cumplir. «Ganar la copa de campeones con mi club».
Bustos tiene como referentes en el puesto a Guillermo Burdisso y Marcos Rojo. «Lo peor que me pasó en el fútbol fue jugar un campeonato completo infiltrado, con dolores, muchos roces, hasta que me pude recuperar», dijo.
Y lo mejor claramente no tiene precio y al momento de decirlo no duda: «compartir cancha con grandes amigos, campeonatos, y disfrutar cada segundo de mi vida porque a pesar de todo siempre se disfruta».