Tiene 21 años y un breve paso por Lanús sobre sus espaldas. Es que se dio cuando era muy chico y los sentimientos le jugaron una dura pasada, por lo que decidió volver rápidamente a San Juan. Ahora está en Yrigoyen y sueña con algún día tener una nueva oportunidad en el fútbol grande de Argentina.
«Comencé jugando en Alianza cuando tenía 6 años, en la escuelita, luego la dejé porque decía que no me gustaba el fútbol», comentó entre risas Rodrigo Castro, quien ahora no concibe su vida sin el deporte.
«Mientras jugaba en las inferiores de Alianza también me gustaba jugar en los equipos de liguilla y lo hacía en Yrigoyen. Antes se podía jugar en ambos equipos porque no estaba federada aún la liga de Santa Lucía. A los 16 años tuve la oportunidad de ir a Buenos Aires y quedé en el Granate. Estuve 3 meses y por incomodidad me volví a la provincia para seguir jugando en Alianza. Extrañaba mucho», aseguró el volante.
Rodrigo agregó que en ese momento su familia atravesaba algunas complicaciones y «no era fácil tener la cabeza puesta sólo en mí». «Iba a ser muy egoísta no aportar desde acá con ellos y pensar sólo en mí», agregó. «Como todo futbolista, sueño con llegar a un equipo grande alguna vez. Siempre dije que los sueños están para cumplirse. Ojalá tuviera otra chance, esta vez no desaprovecharía la oportunidad que en años anteriores tuve», indicó.
El ‘Colo’ decidió dejar el Lechuzo cuando comenzó a estudiar diplomatura de seguridad ciudadana en la escuela de policía. Pero siguió en Yrigoyen, equipo en el que pudo disfrutar de un logro histórico: disputar el Torneo Regional Amateur. «La verdad es que fue algo muy hermoso. Estábamos muy ilusionados con clasificar, lamentablemente no se dio, pero lo lindo que fue jugarlo con este equipo no tiene explicación».
«Me siento más que cómodo acá. La verdad es que el presente de este club es magnífico, lleno de ilusiones por seguir compitiendo a lo grande», añadió.
Castro se define como un jugador «molesto». «No me gusta perder la pelota y ni que la tengan… tengo momentos de patadas, pero eso pasa. Soy un jugador al que le gusta lo simple y poder aportar lo máximo al equipo de dónde me toque estar». Ese costado rústico lo llevó a acumular tres expulsiones este año y una cantidad incontables de amarillas.
El volante santaluceño es enfermo de River y sueña en grande. Disfruta de este gran momento y siempre va por más.