Halcones y un compromiso social ejemplar

Las situaciones hay que sentirlas en el cuerpo para poderlas transmitir, por eso llegamos hasta el barrio Conjunto Seis en Pocito. Ahí está la casa de los Halcones, donde vive Miguel y Valeria. Ellos, junto a un grupo de jóvenes entusiastas, trabajan para que los chicos practiquen hockey y también disfruten de una merienda todos juntos.

El barrio está ubicado cerca de calle San Miguel y el cruce con calle 6, Pocito. Los chicos y sus mamás están muy contentos, aunque piden tener un espacio común para practicar deportes. Es que los pequeños entrenan en el jardín delantero de la casa de Miguel Rubino, el esposo de Valeria Gremoliche, quien es la conductora de Halcones Hockey Club.

Las prácticas empiezan después de las clases escolares, a eso de las 19. Aunque en vacaciones entrenan más temprano. Los chicos separados en grupos entrenan ejercicios físicos, y otros con palo y bocha. Todo eso en el frente de la casa.

Menos mal que cruzando la calle principal hay una plaza de tierra donde el profe, Denis Quiroga les da la parte física del entrenamiento. Ellos juegan encuentros en uniones vecinales y también compiten en el hockey social. Sus divisiones competitivas se nutren de gran parte de los 70 chicos que llegan a entrenar a ese pequeño reducto, el jardín del frente.

Un caso testigo que ayuda en la formación de los más chicos es el de Facundo Oviedo, un joven pocitano que empezó desde los 10 años y es parte de la familia de Halcones, así lo afirmó mientras asegura que “en mi casa no estoy mucho tiempo, siempre estoy ayudando y colaborando con le club”.

Pero ellos buscan la manera de que los pequeños pasen un momento especial. Inclusive Raquel y Ariana, una de las madres que lleva a sus hijos a entrenar afirmó que “la verdad es muy lindo que los chicos tengan este tiempo para divertirse, aunque sería muy bueno que hagan un playón o cancha para que ellos puedan entrenar”. Por otro lado, Raquel dijo que “la verdad que a mi hijo le hizo muy bien y cambió su conducta. Opino de la misma manera que haya una cancha para los chicos de esta zona”.

Todos colaboran, Denis es jugador de primera y da una mano como preparador físico. Pero también está Valentina y Lourdes Rubino que se arremangan todos los entrenamientos para preparar la leche y los bizcochuelos en la cocina familiar. Ellas juegan en Halcones y también entrenan a las más pequeñas que llegan hasta ellas.

Una historia que une la solidaridad con el deporte y que sin apoyo de instituciones oficiales trabajan todos los días para que los chicos tengan un palo, bochas para aprender a jugar. Sin olvidar la taza de chocolate o leche caliente con un exquisito bizcochuelo que disfrutan cuando termina la práctica.

Fuente: Cuarto Tiempo.

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