El próximo fin de semana será clave para las aspiraciones olímpicas de Gonzalo Molina, ya que competirá en el último certamen previo a la cita de Tokio 2020. Será en las fechas 3 y 4 de la Copa del Mundo de BMX en Bogotá, la capital colombiana que desde hace semanas está revolucionada por los conflictos sociales y que terminó impactando en la realidad del rider rawsino.
El Chalo no la pasó para nada bien en la previa de esta competencia. Es que, luego de tener una participación para el “olvido” en Verona, tal cual él manifestó, desde el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard) no quisieron apoyarlo económicamente argumentando que no iban a financiar la estadía de ningún deportista argentino en un país que atraviesa un caos similar a una guerra.
Por nada del mundo el rider iba a perderse la competencia teniendo en cuenta su importancia, por lo que tuvo que recurrir a su propio presupuesto que, sumado a la ayuda de un sponsor de bicicletas y a la federación de BMX, hicieron posible el viaje. Un viaje que también le jugó una mala pasada al deportista por lo largo que fue y por las desgastantes conexiones entre los distintos aeropuertos.
El domingo arribó a suelo cafetero y allí hasta tuvo que programar él mismo algunos entrenamientos no oficiales para tratar de llegar de la mejor manera al fin de semana. Si bien luego de competir en Verona continuó con las prácticas en Argentina, los ensayos de esta semana son vitales para saber dónde está parado de cara a la Copa del Mundo.
“Tengo la cabeza puesta en el próximo fin de semana y ojalá que los resultados cambien totalmente en comparación con lo que ocurrió en Verona”, expresó el Chalo a La Excusa Deportiva en referencia a las fechas 1 y 2 de la Copa del Mundo en las que no tuvo una buena performance.
En aquella oportunidad, Molina dijo que “mi cabeza estuvo totalmente fuera de control, nunca me sentí tan mal como ahora. Tuve falta de confianza, nervios y presión. A trabajar duro para lo que viene”. Y precisamente eso fue lo que hizo: ajustó detalles con sus afectos y también buscó ayuda profesional.
“Estuve trabajando con mi principal soporte que es mi novia Victoria. Hablamos mucho sobre lo que pasó en Verona y ella me levantó un montón. El psicólogo también me dio herramientas para trabajar de manera intensiva por el corto plazo entre las competencias y en estos días previos trataré de cambiar definitivamente el chip”, contó.
El Chalo sabe que la clave está en pasarla bien arriba de la bici y precisamente apunta a ese aspecto. “Quiero disfrutar porque en el último tiempo no lo venía haciendo y creo que de esa manera todo puede darse. Tengo muchas ganas de competir”, aseguró.
Con este contexto, por demás complicado, el rider deberá sacar lo mejor de sí mismo y buscar ser protagonista, sabiendo que una buena performance lo acercará a los Juegos Olímpicos para decir presente por segunda vez consecutiva (ya compitió en Río 2016). Argentina tiene una sola plaza para Tokio y está lejos de conseguir otra, por eso el sanjuanino va por todo para luego intentar quedar en la consideración de la selección argentina y ser convocado a la gran cita en suelo nipón.