Sólo tenía 4 años cuando ingresó por primera vez a la Asociación Marcial CHAIU-DO-KWAN San Juan, sin saber que se convertiría en poco tiempo en un chico prodigio. Acompañado por sus papás, Agustín Elizondo era aún muy pequeño por lo que su profesor decidió que permaneciera a prueba durante una semana para determinar si podía adaptarse fácilmente o si su corta edad significaría un impedimento para llevar a cabo la actividad con normalidad.
Pero las artes marciales significaron un amor a primera vista para Agus, quien ya había tenido un breve paso por una escuelita de fútbol, aunque sin éxito. Los cinturones, premios y menciones no tardaron en llegar.
«El primer cinturón que tuvo fue el blanco. De ahí fue rindiendo las distintas instancias hasta llegar a cinturón negro cuando tenía 8 años», comentó orgullosa su mamá Natalia en diálogo con La Excusa Deportiva.
Generalmente, los chicos tardan un tiempo más en llegar a esta instancia, pero Agustín se apoderó de ella siendo a muy corta edad. «Observa, copia y aprende rápido. Hay otros nenes a los que les cuesta. A Agustín no porque tiene una gran capacidad de aprendizaje», aseguró su profesor, Sergio Lescano.
Sin descuidar ni un momento los estudios, el pequeño va por más. Es que ya dejó de ser un juego. Ahora quiere seguir avanzando. «Lo que más le gusta es ir aprendiendo y perfeccionando las técnicas, además de hacer nuevos amigos. Quiere seguir practicando y aprendiendo para los nuevos desafíos que siguen al cinturón negro, que son más difíciles«, agregó su mamá.
Como todas las actividades deportivas, la Asociación Chaiu do kwan también estuvo sin poder llevar a cabo sus clases presenciales durante gran parte del año como consecuencia del Covid, pero los alumnos continuaron con sus prácticas de manera virtual. Si bien muchos de los chicos ya comenzaron nuevamente a asistir al lugar, Agustín retomará las actividades el año entrante cuando la situación por la pandemia se haya normalizado.
Y ahí, el nuevo objetivo será graduarse en primer Dan.