Cada actuación de la espectacular gimnasta estadounidense Simone Biles no es sólo aguardada con enorme expectativa sino festejada con una admiración y estupor que raya en la incredulidad.
Y es que Biles, con sus 19 años, 1,45 metros y 47 kilos, ha revolucionado el mundo de la gimnasia artística.
Había alcanzado la primera en la competencia por equipos, donde Estados Unidos tuvo una brillante participación.
A esta victoria se suman 10 títulos mundiales, que la convirtieron en la primera gimnasta en la historia que ganó tres campeonatos mundiales consecutivos en el programa completo.
En las Olimpiadas de Río 2016 se espera que haga historia una vez más, pues podría ser la primera gimnasta en ganar cinco medallas de oro.
Pero lo que hace notable a Biles no es sólo su potencia física, sino la forma en que superó su infancia difícil marcada por una madre drogadicta.
Biles tenía sólo tres años cuando los servicios sociales de Columbus, Ohio, tuvieron que intervenir para rescatar a cuatro hijos de Shanon Biles, que estaba inmersa en la droga y el alcoholismo. Las autoridades quitaron a la madre la custodia de sus niños.
El padre de Shanon, Ronald Biles y su segunda mujer, Nellie, se quedaron con las niñas menores, Simone y Adria. Los hermanos mayores fueron a vivir con la hermana de Ronald. Los abuelos de Simone adoptaron posteriormente a las niñas y es a Nellie a quien llama «mamá». La gimnasta sigue en contacto con su madre biológica y es capaz de hablar hoy en forma distendida de su infancia.
«Cuando era más pequeña me preguntaba qué habría sido de mi vida si no hubiese pasado nada de esto. A veces todavía me pregunto si mi madre biológica se arrepiente y querría haber hecho las cosas de manera diferente, pero evito plantearme estas preguntas porque no las tengo que responder yo», dijo la gimnasta a medios estadounidenses.
«32 horas por semana»
Nellie recuerda que Simone siempre fue una niña «a la que le gustaba constantemente saltar y rebotar», y relató cómo fue su primer contacto con la gimnasia.
Un viaje escolar se había cancelado debido al mal tiempo y el colegio decidió en cambio visitar un centro de gimnasia artística.
Simone, con sólo 6 años, mostró espontáneamente algunas piruetas y los instructores quedaron tan impresionados que la niña «volvió a casa con una nota para los padres que decía, ¿han pensado alguna vez en inscribir a su hija en un instituto de gimnasia?».
Dos años más tarde fue descubierta por Aimee Borman, su entrenadora hasta el día de hoy. «Un día decidió que sería una gran gimnasta y desde entonces lo ha hecho todo para lograrlo», dijo Borman a la revista Time.
En su adolescencia no hubo actividades extracurriculares o fiesta de gradución. En 2012, Simone decidió que en lugar de ir al liceo estudiaría en casa, lo que le permitió aumentar su entrenamiento de 20 a 32 horas a la semana. Un año después ganó su primer título mundial en programa completo.
Fuente: BBC