El Maracanazinho es una caldera de casi 12 mil personas a punto de explotar. El amarillo domina la escenografía. Todos contienen la respiración ante ese último saque. Y Luciano de Cecco se la juega luego de la recepción. Tantas veces hizo tantos puntos con ese toque mágico por encima de la red que el armador y capitán argentino es una montaña de fe. Pero a De Cecco le “leen” la jugada, se la neutralizan. Y todo queda preparado para que Brasil desate la locura en el voleibol. Y el subcampeón del mundo la desata nomás con ese 3 a 1 (25-22, 17-25, 25-19 y 25-23) que lo deposita en las semifinales de Río de Janeiro 2016 y en la búsqueda de su tercera medalla de oro en los Juegos Olímpicos.
Del otro lado Argentina sufre. Dio batalla hasta el final. Cayó de pie. Julio Velasco no pudo repetir aquellos triunfos que consiguió con Italia frente a ese mismo adversario en el Mundial de 1990 y en la Liga Mundial de 1995 en este mismo escenario. Entonces el gran entrenador platense lo lamenta y siente lo mismo que sus jugadores. El propio De Cecco y Facundo Conte tratan de levantar los ánimos más caídos cuando ellos no tienen demasiadas ganas de quedarse de pie. De Cecco le pide a Ezequiel Palacios que lo mire a los ojos y que lo escuche aunque tenga demasiado poco para decirle. Alexis González y Pablo Crer buscan el consuelo de sus pequeños Renato y Giuliana. Hay frustración porque se pudo haber hecho un poco más, pero no se alcanzó. Por eso Brasil es carnaval total y Argentina es tristeza absoluta.
El seleccionado tuvo un muy buen comienzo y de la mano de Cristian Poglajen logró una ventaja de 9-6 aprovechando además las falencias de Brasil en la recepción. Cuando la diferencia fue de 13-11, Conte se dobló solo el tobillo derecho y debió salir de la cancha (recién volvería en el set point). El seleccionado siguió mandando en el resultado pero Brasil lo emparejó y en el 20-20 lo quebró más por fallas ajenas que por virtudes propias. Un error de José Luis González (tocó la red), una pelota “vendida” de Alexis González y un gran remate de Wallace -la figura del partido- le permitió al local sacar la distancia. Luego, un saque en la red de De Cecco decretó la ventaja parcial de los brasileños.
En el segundo capítulo todo se modificó de entrada. Argentina se hizo fuerte con el saque de Bruno Lima a partir del 9-8 y con un Poglajen siempre picante y un recuperado Conte pasó al 13-8. Supo manejar la ventaja en el marcador e incluso la amplió hasta que José Luis González usó el bloqueo de Lipe para sumar un nuevo punto y establecer la igualdad.
Brasil arrancó muy firme el tercer set y rápidamente se puso 4-0. Eso marcó el capítulo. Encima las diferencias fueron en aumento y hasta se llegó a una distancia de 17-10, pero Argentina recuperó algo de terreno y quedó cerca (20-16). Un toque en la red de Sebastián Sole le dio el 25° punto al equipo de Bernardo Rezende y el triunfo parcial.
En el cuarto y último set hubo una ventaja para Argentina de 6-3, pero Brasil empató 9-9 y de ahí fueron palo y palo hasta el 18-18. El primero que pestañara lo pagaría caro. Y el primero que se equivocó fue el conjunto de Velasco para que su adversario tomara una ventaja que luego mantuvo con primeros tiempos de Lucas. Hasta que llegó esa última pelota. Y el cierre para un gran campeonato.
Porque Argentina debe sentirse satisfecho con lo realizado. Es que ratificó en sus seis presentaciones que el equipo alcanzó un piso muy alto y que está para pelearle a cualquiera más allá de un resultado final.
Duele perder en un Juego Olímpico porque el torneo trae buenos recuerdos para el voleibol nacional. Aunque aquí, en el Maracanazinho que ya explotó, Argentina ganó algo más que un diploma.